jueves, 10 de marzo de 2011

Piedras en el camino!

Muchas veces perseguí al destino, todas las veces me ganó, me hizo perderme, caer y luchar en el camino; todas las veces que me caí, perdí, luche e intente levantarme me volví a caer , me volví a perder y tuve que volver a luchar. 
Una de las veces que me intente levantar lo conseguí , conseguí ponerme en pie seguir por el camino peor cuando logré mirar el camino había cambiado se había vuelto más difícil , lleno de mas baches, lleno de piedras con las que me podía hacer daño.
Cada una de esas rocas me enseñaba un destino, una meta pero especialmente me fije en dos en las que el destino estaba escrito en una palabra .
Una era : Impotencia.
Y la otra : inseguridad.
 Me las guarde no me pesaban al principio.
La de la inseguridad fue la que me derrumbó primero porque me decía no se que tienes que hacer, no se que puedo decirte.
Pero a pesar de eso seguí con ella a cuestas.
La de la impotencia se mantuvo hasta que un día no podía más y ella me dijo estate tranquila no pasa nada, no tienes nada que perder si sigues un poco más y alcanzas tu meta pero yo sentia rabia porque sabía que a ellas no las costaba todo esto.
La inseguridad aprendió a convivir con la impotencia.
Un día me sorprendió que ninguna dijese nada entonces mire y no estaban no había más que arena de playa fina con suave textura.
Y descubrí que esas dos piedras no eran más que sentimientos que sentía en mi corazón.
Algo que me dividía , que hacía que mi corazón se rompiese a la mitad y las dos mitades enfrentadas luchasen porque la cabeza hiciese caso a la más convincente.
La cabeza estaba harta de sus luchas decidió unirlas pero ellas no quisieron , la cabeza veía que era imposible ya que cada una de las mitades tenía un sentimiento mas fuerte que el contrario. 
Lo que hizo que me estancase en el camino , que no supiera por donde ir , no saber que hacer , ni que decir, porque cada cosa que sentía se  perdía con la otra mitad y así sucesivamente hasta que consiga levantarme consiga decidirme por una de las dos mitades, hasta llegar a poder manejar a la otra y convencerla.

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